Innovación Popular y Vocaciones

Luis Navas.

luisernestonavas@gmail.com


Durante años, el Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología ha desarrollado proyectos y acciones destinadas a aprovechar las capacidades de la inventiva popular para ponerlas al servicio de la producción nacional. Los programas más destacados, en este sentido, han sido el Programa de apoyo a la Inventiva Tecnológica Nacional y el Premio Nacional a la Inventiva Tecnológica Popular "Luis Zambrano".

Cabe señalar que los resultados obtenidos luego de este esfuerzo no han rendido los frutos esperados. Las razones son muchas, más allá del vertiginoso cambio tecnológico de nuestros tiempos, así como trabas jurídicas, institucionales, limitaciones en el financiamiento, etc.

En todo caso, en este texto solo pretendemos poner el acento en un aspecto poco señalado, y que solo se pone en evidencia una vez que se conoce a las personas que se dedican a la inventiva. De más está decir que el funcionario del Ministerio, que se ha vinculado con estos temas, ha podido conocer de primera mano a esta población y sus trabajos, así como sus preocupaciones, potencialidades y experiencias. De esta vivencia se pueden decir algunas cosas.

En primer lugar, quienes se dedican a la inventiva tienen perfiles muy distintos. Algunos son muy jóvenes y otros muy mayores. Algunos son profesionales de alto nivel, y también los ha habido analfabetas. Algunos están vinculados a empresas públicas o privadas, otros son trabajadores por cuenta propia o pequeños y medianos empresarios. Hay quienes nacieron en Venezuela, y otros que llegaron a este país desde todas partes del mundo.

La diversidad entre esta población no impide que una vez que entren en contacto surja una necesidad casi inevitable de establecer relaciones de cooperación entre ellos, que se pongan de acuerdo para resolver determinados problemas, que se asocien en emprendimientos o negocios de provecho para las partes, y que se complementen en sus actividades. De allí que propiciar el encuentro es clave para tratar de impulsar acciones de gran valor productivo.

Resulta relativamente sencillo identificar diferentes vocaciones entre quienes se dedican a la inventiva. Por una parte tenemos a los típicos inventores de garaje, por llamarlos de alguna manera, que después de haber aprendido un oficio en cursos o en trabajos previos, se dedican a resolver problemas por el solo placer de resolverlos, por un interés basado en la curiosidad y sin mayores ambiciones económicas.

Por otra parte tenemos a los obreros de empresas públicas, privadas o mistas cuya principal motivación es mejorar su propia actividad laboral, bien a través de la reducción de riesgos, incremento de calidad, reducción de esfuerzo físico, u otras razones, pero siempre centrado en un conjunto específico de asuntos relacionados con su oficio.

Luego tenemos a aquellas personas que si bien se dedican a pensar en soluciones a determinados problemas, también tratan de concebir un modelo de negocio para su invención, lo cual conduciría a al desarrollo de un emprendimiento con el apoyo y la orientación adecuadas. En este caso estamos ante gente que se concentra en un número manejable de asuntos, y dedica parte de su esfuerzo a resolver los temas propios del emprendimiento que le interesa.

En cuarto lugar tenemos al empresario, pequeño o mediano, que luego de cierta experiencia en su actividad llega a identificar que requiere tecnología para mejorar procesos, incrementar la producción, disminuir costos, mejorar los productos, disminuir los riesgos laborales o de otra índole e incluso disminuir el impacto ambiental de su actividad o de sus productos. Es así como busca la manera de servirse de la inventiva tecnológica.

Por último, tenemos a esa persona que ha dedicado buena parte de su vida a trabajar e inventar soluciones, pero que llegado un momento solo se interesa por transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones. Se trata del educador, del socializador de la inventiva, cuya vocación principal no va a ser ni la conformación de unidades productivas ni dedicarse a la inventiva por el mero placer de inventar. El placer en este caso está en la transmisión de conocimientos.

Claro está que estas vocaciones están presentadas en este texto de forma pura, como tipos ideales, aunque bien es cierto que en la realidad tales vocaciones o perfiles pueden aparecer algo mezclados. En cualquier caso, los programas ministeriales dedicados a la inventiva tecnológica no han sido sensibles a esta variable en el diseño de sus acciones. Afinar los sensores para identificar estas vocaciones puede permitir, de acuerdo con nuestro criterio, orientar el financiamiento de formas más efectivas, generando utilidades para las familias, las comunidades y la nación.

Algo que debe quedar claro ante el público es que la inventiva generada a partir del apoyo del Ministerio debe ser empleada por la sociedad, y no por el propio Ministerio. La expectativa de que la institucionalidad del Estado sea la que le dé uso a las invenciones no es realista, pero tampoco es el deber ser. Con frecuencia nos hemos encontrado con que quienes culminan un proyecto de innovación financiado por el Ministerio lamentan que la institución no haga uso del producto presentado. La realidad es que la institución no puede ni debe ser quien saque provecho de tales productos, sino que sean los propios beneficiarios de los proyectos quienes recojan los frutos del esfuerzo innovador, que a la larga debe propiciar mejoras sociales y económicas para todas y todos. De allí que se desaconseje el apoyo a proyectos que no dispongan de un modelo de negocio. La idea, en todo caso, no es excluir a nadie, sino propiciar la asociación entre personas con diferentes vocaciones para garantizar que cada buena idea esté acompañada de un modelo de negocio que garantice utilidad económica y autonomía para seguir trabajando y desarrollando productos novedosos.

Se considera, en todo caso, que estas variantes entre las personas dedicadas a la inventiva deben ser tomadas en cuenta al momento del diseño de una convocatoria de proyectos de innovación. Llegado el caso, podría ser útil ofrecer tres modalidades diferentes, según sus vocaciones:

Modalidad 1. Emprendimiento innovador. Requiere de la asociación entre inventores de garaje con emprendedores que le puedan dar viabilidad económica a la propuesta. No se descartaría la asociación con actores del SNCTI. Cabe señalar que el financiamiento debe limitarse solo al proyecto de innovación, y no se orienta a la constitución de las unidades productivas y todo lo que ello conlleva.

Modalidad 2. Unidades productivas innovadoras. Dirigida a empresas pequeñas y medianas con proyectos de investigación y desarrollo que puedan ser ejecutados con sus propias capacidades instaladas o en asociación con actores del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Modalidad 3. Socializadores de la innovación. Se concibe como una plataforma para canalizar las inquietudes y capacidades de personas dedicadas a la formación en áreas relacionadas con la innovación. Se trata de un espacio para el desarrollo de proyectos educativos en asociación con instituciones educativas, museos y bibliotecas, etc. Bien es cierto que esta modalidad puede enmarcarse en convocatorias de proyectos de socialización del conocimiento, en donde se pueden desarrollar iniciativas de productos o acciones para la divulgación de la inventiva tecnológica.

La idea general es que cada quién se concentre en lo que más le interese, disminuyendo en alguna medida la pérdida del capital invertido por parte del Estado, apoyando el desarrollo productivo nacional y garantizando un traspaso generacional del talento y la vocación.



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Mailtrack 22/07/20 17:01:30

Comentarios

JEAN EVENS ha dicho que…
Divulgacion el impacto de la CTeI Productiva en el desarrollo economico y social del Estado y del pais

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