Premios Nacionales de Ciencia, Tecnología e Innovación: hacia una nueva etapa
Luis Ernesto Navas Mora
Los Premios Nacionales de Ciencia, Tecnología e Innovación (PNCTI) no son una prioridad en los actuales momentos. Además de las medidas coercitivas unilaterales que hemos estado sufriendo durante los últimos años, se suma la pandemia por el COVID_19. Aun así, cabe esperar que los PNCTI se reanuden en algún momento. Podemos entonces aprovechar el tiempo de que disponemos para revisar la justificación, las razones que sustentan este galardón, e incluso, preguntarnos si tienen sentido, si vale la pena retomarlos, y llegado el caso, qué podría hacerse para que tengan una mayor visibilidad e impacto que en la etapa anterior.
La primera pregunta que nos podríamos hacer es cuál es el sentido de premiar el trabajo y la trayectoria en ciencia, tecnología e innovación. Según el decreto presidencial 1.306, publicado en la Gaceta Oficial Nº 37.218, de fecha 13 de junio de 2001, "… el Ejecutivo Nacional tiene el deber de promover, apoyar y valorar todos aquellos aportes dirigidos a reconocer la contribución de los individuos a la generación y aplicación de conocimientos en el país, tomando en consideración la profundidad, significado y trascendencia de sus obras".
Quedando clara la razón inmediata, que es la de reconocer la contribución de individuos en la generación y aplicación del conocimiento, cabría preguntarse cuál es la razón última. ¿Se trata de un intento de alentarlos para que sigan en su labor? ¿Se trata de una costumbre del mundo académico que fue importada de otras latitudes? ¿Es un intento por visibilizar las carreras científicas, tecnológicas y de innovación, e incrementar su prestigio dentro de la sociedad?
Diríamos que sí, que todas estas razones se conjugan para dar origen a los Premios, pero ninguna de ellas justifica que el Estado venezolano gaste recursos en su organización. Además, pensar que la gente trabaja solo por la expectativa de recibir premios no parece verosímil. Si se trata solo de una costumbre académica, bien podrían suprimirse dado que el hecho que sea costumbre tampoco justifica el gasto.
Ahora nos concentraremos en el argumento del prestigio. Ciertamente, los premios otorgan prestigio. Mientras más prestigio tenga el premio, más se le "contagiará" a las personas que resulten galardonadas. Esto es así con el Premio Nobel, como ejemplo destacable. ¿Y qué tiene que tener un premio para que transfiera prestigio? Puede ser la difusión, el monto del premio, la antigüedad y continuidad de la entrega, el mismo prestigio previo de muchos de sus galardonados, la rigurosidad en la selección de galardonados o el hecho de que tenga alcance internacional.
¿Y cuál es la utilidad social del prestigio otorgado por un premio? Esta pregunta puede tener muchas respuestas. En el caso de los PNCTI, aparte del prestigio, se supone que hay un objetivo subyacente, que es el de procurar la imitación por parte de las nuevas generaciones. Es decir, se supone que en la medida en que los premios otorguen prestigio a las personas dedicadas a la ciencia, la tecnología y la innovación, las nuevas generaciones cultivarán la admiración por el personal científico. En consecuencia, se podrá garantizar que quienes hoy cursan la educación primaria o secundaria, elijan tales carreras llegado el momento en un intento por emular a las personas que admiran.
Muy bien. Esta parece ser una buena justificación para los premios. Entonces nos preguntamos ¿de verdad se cumple con toda esta cadena causal? Es decir, los premios otorgan prestigio, el prestigio genera admiración, y luego, la admiración genera imitación. La verdad es que no lo sabemos. Y resultaría muy difícil probarlo. ¿Cómo saber si los jóvenes que hoy están estudiando, por ejemplo, segundo semestre de física, en realidad decidieron estudiar esa carrera debido a la admiración por un físico venezolano ganador del Premio Nacional de Ciencia y Tecnología de hace una década? ¿O bien, cómo sabemos que los niños que estén cursando cuarto grado de primaria de verdad elegirán estudiar química porque vieron en televisión la entrega de los PNCTI? En realidad, puede haber muchas razones tales como las experiencias del estudiante con determinados docentes, un documental de televisión o una visita a un museo. O la combinación de estos elementos y muchos otros. Las decisiones humanas son muy complejas. En todo caso, es difícil argumentar que algo como los PNCTI tengan algo que ver con tales decisiones académicas.
Algunos estudios han indagado sobre este problema, mediante el procedimiento de preguntarles a los científicos e investigadores. En el caso argentino, los resultados son interesantes. La razón fundamental por la cual la gente parece elegir carreras científicas es su experiencia escolar. Le siguen la influencia familiar y el contacto con actividades de socialización del conocimiento. Evidentemente estamos hablando de científicos que ya están en edades cercanas a la jubilación. ¿Pero qué puede hacer que los jóvenes de hoy en Venezuela elijan estudiar carreras científicas mañana? No lo sabemos, porque los jóvenes de hoy no son los mismos que los de hace 30, 40 o 50 años atrás.
Hasta ahora, la conclusión es que desconocemos muchas cosas claves de todo este proceso. De allí la necesidad de investigar y tomar decisiones en consecuencia. En todo caso, la justificación última de un programa como el de los PNCTI es y debe ser el de valorizar la carrera científica y garantizar su relevo generacional. Los Premios se sitúan así como un programa en el marco de la gestión en socialización del conocimiento. Solo así se puede justificar el gasto generado. Por lo tanto, es necesario investigar en qué medida este mecanismo funciona, y realizar los ajustes que sean necesarios para que surta el efecto esperado. Premiar para acariciar egos no tiene ningún sentido desde una perspectiva de políticas públicas.
En las próximas entregas revisaremos qué ha pasado con los PNCTI, y qué se puede hacer de cara a su relanzamiento en un contexto de nueva normalidad y en su nueva etapa.
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