Socialización del conocimiento en tiempos de terraplanismo


Luis Ernesto Navas Mora
luisernestonavas@gmail.com

Una forma de pensar más o menos intuitiva nos indicaría que mientras más información esté disponible, la popularización y socialización del conocimiento científico debe ser una tarea cada vez más sencilla. Ciertamente, la disponibilidad de contenidos en la Web posee tales dimensiones que hace parecer a cualquier enciclopedia del pasado como un simple folletico.

Solo una plataforma como Youtube ofrece tanta información que con toda facilidad se podrían seleccionar los contenidos necesarios para toda la educación primaria y secundaria en cualquier idioma, así como una buena parte de los contenidos necesarios para la educación universitaria, todo ello sin necesidad de invertir un céntimo.

Sin embargo, en la actualidad observamos como teorías de la conspiración sin el más mínimo sustento científico ganan terreno como un cáncer. Destacan quienes de la noche a la mañana quedan convencidos de que la tierra es plana y quienes consideran que las vacunas matan a más niños de los que salvan. En ambos casos estamos ante verdaderos disparates que no resistirían el más mínimo escrutinio. Más recientemente estamos viendo cómo las teorías de la conspiración relacionadas con el origen artificial del COVID_19 son sostenidas por los más diversos actores, e incluso son usadas como armas en las diatribas políticas internacionales.

El asunto es que las mismas tecnologías que sirven para ofrecer contenidos de calidad también facilitan la difusión de basura informacional. En parte, este problema es alimentado por las propias estrategias empleadas para lograr que la gente haga clic en los enlaces, que en última instancia es la medida del éxito o del fracaso de un contenido. Las tecnologías para el análisis de grandes cantidades de datos, o big data, permiten medir con toda certeza qué contenido es más popular que otro. Y la realidad es que los contenidos más espectaculares, amarillistas e increíbles son más exitosos, y más rentables, en consecuencia.

De esta manera, la verdad y los contenidos de calidad son desplazados por las fake news, las historias que mezclan ovnis con arqueología, ciencia con misterio, sectarismo religioso con conspiraciones de gobiernos que le mienten a sus pueblos, que les ocultan la existencia de los extraterrestres o los reptilianos, así como toda suerte de fraudes que le hacen mucho daño a las sociedades en su conjunto.

Actualmente, vemos como científicos y científicas deben apartar su valioso tiempo para dedicarlo a desmentir las más disparatadas teorías sobre infinidad de mitos de viejo y nuevo cuño, debido a que todo un ejército de charlatanes inunda la red para tratar de convencer a la población sobre sus desvaríos.

Aún más, los divulgadores de la ciencia a nivel internacional, que ofrecen sus contenidos en la Web, se quejan del extremo fanatismo de quienes defienden teorías anticientíficas, al punto de que deben tomar medidas para proteger su integridad personal. Hacer contenidos para desmontar estas teorías pseudocientíficas incluso genera amenazas de muerte. O sea, que la divulgación científica se ha vuelto un trabajo peligroso

Además de significar que la ciencia retrocede en la opinión pública, la diseminación de teorías de todo tipo sin sustento científico puede implicar riesgos para la salud de la población. Nótese por ejemplo la gran cantidad de contenidos sobre regímenes alimenticios extravagantes que ponen en riesgo la salud y la vida de la gente en todo el mundo, tales como los ayunos, las versiones más extremas del veganismo, etc.

¿Y qué pasa con todo esto? Pues, que es una dificultad adicional que aparece en el horizonte de quienes se dedican a la socialización del conocimiento. El reto es todavía mayor. Ya no se puede decir que la tierra es redonda sin contar con un arsenal de argumentos para tratar de convencer a audiencias cada vez más escépticas y desconfiadas debido a la propaganda anticientífica. Al parecer, los científicos tienen cada vez menos autoridad en las sociedades para imponer sus visiones, para bien y para mal.

Cuando se diseñaban estrategias para la socialización del conocimiento hace diez o quince años atrás no era necesario tener en cuenta este fenómeno. Hasta podía dar risa. Ahora no. En la actualidad es necesario entender que esta es una realidad que debe ser confrontada.

Si bien estas tendencias avanzan en el plano internacional, es inevitable que penetren en Venezuela por la vía de las tecnologías de información. De forma anecdótica sabemos que en nuestro país hay gente que defiende todas estas teorías y muchas otras. Pero ¿en qué medida? No lo sabemos. En este sentido, sería importante retomar la encuesta de percepción pública de la ciencia, y aprovechar para examinar la valoración de la carrera científica en la actualidad, así como la penetración de las teorías anticientíficas.

Ahora bien, producir contenidos de calidad para contrarrestar esta tendencia no tiene sentido. El volumen de inversión requerido sería muy alto, y nunca se lograría alcanzar el ritmo de producción que se observa en la Web. En todo caso, lo que se pudiera hacer es una labor de curaduría de contenidos de calidad ya existentes y tratar de promocionarlos de muchas maneras, principalmente empleándolos en la educación formal.

Otra cosa es que no se puede hacer como que si las teorías anticientíficas no existieran. Por el contrario, consideramos que lo mejor sería picar adelante, y confrontar esas ideas a la hora de formar a los docentes y a niños y niñas, antes de que siquiera entren en contacto con tales teorías. De esta manera, nadie podrá ser sorprendido con argumentos muy bien elaborados para transmitir conocimiento falso o impreciso.

Especial cuidado hay que tener con la penetración de estos contenidos en el propio personal docente. Se sabe que esto ya es una realidad en todo el mundo, y difícilmente Venezuela sea diferente. El Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología pudiera contribuir con la formación de docentes en temas de divulgación científica que incluyan las "vacunas" contra las teorías anticientíficas de moda, y estar atentos a sus mutaciones para actualizar contenidos de forma permanente.

Por el momento, el MPPCT está tratando de visibilizar la labor de científicos y científicas en la lucha contra el COVID_19. Además, mantiene una línea comunicacional de promover la consulta de información altamente confiable, como la producida por la Organización Mundial de la Salud. Esta es la idea general. Solo hay que tener en cuenta la necesidad de diversificar los contenidos en formatos más amigables para todo tipo de audiencia con subjetividades muy distintas.




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